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6 de julio de 2007

De vez en cuando está bueno estar enfermo

Lo normal sería que las personas apunten a tener un físico óptimo y a no tropezarse con trastornos de salud. Pero quien alguna mañana, mientras se levantaba temprano para ir a trabajar no pensó "que bueno estaría si estuviera enfermo y me quedo acá en casita, calentito y que me atiendan". Seguro que más de uno de los que están leyendo este artículo, se han sonrojado ya que se sintieron identificados con lo anteriormente descripto. A mi me pasa muy seguido; siempre que me levanto temprano se me empiezan a cruzar por la cabeza infinidad de excusas para evitar la tarea que me toque hacer. Recurrente es la de caer en algún estado de enfermedad ese día.
Después de todas las ganzadas que dije en el párrafo anterior, no se si poner que tuve la dicha, o la mala suerte de enfermarme a principio de esta semana. Bueno, digamos que tuve la suerte de enfermarme, porque hacía tiempo que no me pasaba, y como dice el título, de vez en cuando está bueno.
El estar enfermo nos hace acreedores de una serie de prerrogativas a las que no estamos acostumbrados normalmente. Primero y principal, siempre que estés enfermo, vas a tener en la mesita de luz una botella de Seven up. No se por que a los enfermos les dan Seven up, pero es una fija, te enfermaste y estás en cama, la botella verde va a estar a tu lado. Siempre acompañada de la frase materna "sacale el gas antes de tomarla". ¿E? ¿A que se debe esa mutilación de la gaseosa? Es como que yo te diga y vos rapate la cabeza. Tomar gaseosa está bueno, ahora, tomarla sin gas es un atentado al buen gusto.
Mi mamá siempre se enoja cuando nos ve comiendo en la pieza. Creo que es por eso que disfruto tanto cuando me traen las comidas a la cama. No hay que ni poner la mesa, ni levantarla, nada. Solo te limitas a saciar tu hambre y a dejar la bandeja de lado cuando no la necesitas más. Más tarde otro se hará cargo de llevarla a la cocina.
Cuando digo que "otro se hará cargo de la bandeja", es porque todos están alrededor tuyo (no físicamente, obvio, sino la enfermedad sería una gran tortura. Están alrededor en el sentido de que están pendientes de uno). Si tenés teléfono en la habitación, cuando necesitas algo discás 115 y cortas para que suene y puedas hacer tu pedido al desprevenido que atendió. Si no, siempre está la posibilidad de incorporar una campanita a lo Mirtha Legrand, para invadir la casa con su sonido a fin de que alguien se apresente para complacernos en nuestros requerimientos.
De más está decir que la potestad sobre el control remoto la tiene el enfermo de turno. No pueden desplazarte, durante el período de enfermedad, del poder de elegir la programación. Permitir eso sería un poema a la injusticia, una oda a la insensibilidad, un canto a la crueldad.
Las enfermedades también tienen su contracara, la parte mala: El arroz ese desabrido que nos hacen comer, el sufrimiento que provoca el exceso de temperatura corporal, etc, son algunos ejemplos. Pero como uno no vive enfermo (gracias a Dios, toco madera) prefiero que nos quedemos con las cosas buenas de las enfermedades y que las veces que caigamos en la desgracia de enfermarnos, sepamos disfrutar lo que nos procure la misma.

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